domingo, 12 de diciembre de 2021

Historia de Filmaffinity IX (y último)

 Historia de Filmaffinity IX (y último)

Saludos señor@s. Después de muchos años redactando esta historia, un tanto intrahistoria, de FA, he llegado por fin al último y definitivo capítulo de este curioso viaje a los bajos mundos de la opinión pública y de las críticas de cine.

Naturalmente es necesario hacer un último comentario global acerca de lo que le pasó a FA, aquella página que comenzó para permitir votaciones y que acabó siendo vista como un hervidero de gente rara que necesita madurar mentalmente. Sucedió que FA, y sobre todo Pablo Kurt, siempre intentó establecer unas normas de convivencia y unas reglas que se tuvieran que cumplir a la hora de publicar críticas, le honra desde luego ese esfuerzo titánico, pero la realidad es que nunca existió una criba para poder seleccionar qué clase de gente entraba en ella y quien no, no fue una web selecta sino pública en todos los sentidos. Cualquiera podía poner un login y una contraseña para acceder sin acreditar nada respecto a su cultura cinematográfica o respecto a la importancia emocional que el cine tiene para él o ella. Cualquiera, ese fue el problema.

Los años pasan

Tal y como dije en mi anterior entrada, han pasado ya suficientes años desde esos kafkianos 2006 y 2007; y efectivamente en estos años han existido muchos cambios; de un imberbe youtube hoy en día ya está más que asimilado el hecho de que la página es lo suficientemente inmensa como para que cada uno encuentre su lugar en ese microuniverso. También puede entrar cualquiera, pero nuestros gustos nos llevan a encontrar contenidos y youtubers de los que somos suscriptores; en los videos también hay me gusta y no me gusta; pero youtube es tan inmenso que es más frecuente ver videos selectos y de temáticas que interesan más que buscar videos que no nos gusten para darles el pulgar hacia abajo.

Han pasado suficientes años para que el pelo de los famosos usuarios polémicos se vaya haciendo más blanco; el tiempo ha pasado y evidentemente, año tras año, día tras día, y crítica tras crítica de todos los demás, su influencia ha ido menguando. Evidentemente no cuesta trabajo seguir encontrando sus estupideces por la página; pero los años hacen que se le preste más atención a otro tipo de plataformas mediáticas antes que a ellos. Leer textos ha pasado de moda, en esta sociedad ya no hay tiempo para dedicarlo a lo que no sean podcast y videos. Los usuarios polémicos seguirán ahí en la madriguera de la que se creen dueños, porque no podrían tener el compromiso y el sacrificio que implica ser youtuber y subir un video cada equis días.

El fin de la opinión ajena

Es muy interesante cómo hubo una época no tan lejana en que todos teníamos interés en compartir nuestras opiniones para expresar lo que sentíamos por las películas; pero por mera juventud se cruzó una línea que en aquel momento no se vió; la de considerar que tu crítica y tu opinión valía los votos positivos que tuviera de los demás. En otras palabras, entramos sin darnos cuenta en una fase de pasividad mental en la que los votos dictaban sentencia, ese punto adolescente de querer hacer lo que sea para poder ser aceptado por una comunidad, ya sea de gente de la vida cotidiana o mediante votos de desconocidos.

La evolución mental de lo que nos ha enseñado FA es curiosamente la de regresar a la primera fase. Una vez se ha comprobado lo dañino que puede ser colocar tu opinión en la arena del circo se valora mucho más lo que se hacía en la niñez y en la adolescencia; es decir, tener tu propia opinión y encontrar y atesorar los fundamentos del criterio propio sin necesidad de que lo respalde nadie. La tendencia es alejarse precisamente de los foros y hervideros, dado que hemos crecido lo suficiente como para entender que ya no va con nosotros. La verdadera libertad no es publicar lo que uno quiera y donde quiera sino poder encontrar la paz al hacerlo. Al final tenía razón Salinger con su frase lapidaria: "hay una maravillosa paz en no publicar, es pacífico".

La opinión pública también ha cambiado, se ha ido viendo cómo tanto youtube como entidad como muchos youtubers, así como la influencia de los valores de lo políticamente correcto, han ayudado a cambiar los valores de principios de siglo que por fortuna, van quedando cada vez más atrás; me refiero a aquellos en los que denunciar un problema de ciberacoso o algo peor estaba mal visto, porque al parecer los hombres de verdad no se molestaban por esa clase de ñoñerías.

Como ya digo todo ha ayudado, los youtubers son personas que más allá de su contenido o de poder resultar polémicos por sus opiniones, mantienen las formas, se expresan debidamente, dan la cara en sus videos, y son conscientes de que la mala imagen les quita público porque la mala imagen habla mal de uno. Todos ellos demuestran tener su propia identidad por la causa y la mayoría comprende por fin que sus derechos terminan donde empiezan los del que tienes delante. Se censuran la chulería y los malos modos, además de ello la opinión pública ha derivado a señalar precisamente comportamientos como los de los usuarios polémicos; las críticas descontroladas y llenas de vitriolo y malas formas es precisamente el contenido que los influencers actuales quieren evitar. Chapeau muchach@s.



La última parada

Sí, es curioso, pero éste ha sido un viaje de ida y vuelta, esa clase de viaje en que acabas valorando muy positivamente lo que en el primer capítulo te parecía malo. Me refiero a la crítica profesional y al mítico programa de "Qué grande es el cine". Sí, es verdad que muchos de los tertulianos estaban ideológicamente más a la derecha que los extremos derechos en el fútbol, pero oiga, sabían de lo que hablaban, te ayudaban a conocer ciertas interpretaciones de escenas que no habías visto por ti mismo; comentaban el simbolismo de otras, era un programa serio, entretenido y lo más importante de todo, cultural. No eran personas que usasen un humor sarcástico, no había lenguaje malsonante...era de otra época, cuando pasase lo que pasase aun existía ese respeto y esa diferencia entre lo que era una opinión profesional de lo que era una amateur, una distinción que hoy en día ha quedado atrás en esta época dorada de todo lo underground.

¿Qué se ha aprendido pues de todos estos años en esta página? Bien, yo al menos he aprendido la importancia que tiene la opinión propia, la que uno se guarda para sí mismo y que no precisa de ser envenenada, el placer que da escribirla para que no olvidemos lo que la película nos hizo sentir; pero no necesito exponerla, soy feliz teniendo a mi alcance mis propias críticas, mini críticas o como se llame; youtube o similar no es ya un entorno para mí; mis comentarios en videos se cuentan con los dedos de las manos. No se necesita imponer una opinión propia porque hemos de entender que el de enfrente tendrá también la suya; se es feliz con el círculo íntimo de amig@s que en vez de rebatir y discutir escondidos detrás de un nick, escuchan lo que uno quiere decirles; es decir, con propuestas de comunicación más antiguas que modernas. La tecnología es buena, pero siempre se lleva algo por delante. El criterio de uno vale lo mismo que el de otro, lo importante es que entendamos esa importancia y que podemos vivir sin el beneplácito de los demás.

Después de este viaje de autodescubrimiento, debo confesarlo, abandoné FA definitivamente, mis diez años como usuario y validador de críticas han terminado, y con ello se cierra para mí una época. Quizás esté por debajo de todo lo que ello implica o quizás esté por encima por haber entendido qué es lo mejor para mí; supongo que depende de perspectivas. En cualquier caso, recomiendo si se me pregunta la experiencia de desconectar la wifi un solo día y escribir para uno mismo offline. Entre tanto, tengo mi lista de Qué grande es el cine para saborear cada minuto en ese escenario libre de internet y lleno de capacidad analítica de la buena y auténtica.


Hablen señores. Hablen.