En una ocasión, en un suplemento de El País que sale cada
semana, me topé con una entrevista muy interesante a una escritora de cuentos
infantiles. Quién era no lo recuerdo, pero sí recuerdo la postura que tenía con
respecto a ciertos aspectos de su oficio que dan bastante de qué hablar.
La cuestión es la siguiente: llega un momento en que no se
está seguro de si lo que se escribe es lo que realmente sale de dentro de uno o
si por el contrario, y sin darse cuenta, se está plasmando lo que la sociedad
considera políticamente correcto. Históricamente siempre que ha habido una
revolución social y cultural se ha consumado en el terreno literario con obras
que se han considerado representativas de la época concreta por sus valores y/o
mensajes.
Un ejemplo que venía redactado: antes el malo de una historia
era el ogro que se comía a la gente, ahora es un ogro que se come a la gente
“pero es que necesita ayuda”. Se podría pensar que hoy en día es difícil
permanecer totalmente ajeno a la presión que la sociedad ejerce sobre cierto
tipo de estereotipos y tópicos del mundo de la lectura…y del cine.
Este post va a servir para diseccionar lo que en mi opinión
es una de esas “cosas extrañas” que internet ayuda a poner en los ordenadores
de todo el planeta y que de forma inexplicable, lejos de descartarse por
ridículas o de olvidarse instantáneamente, mucha gente se las termina tomando
muy pero que muy en serio.
Se trata del llamado “test Bechdel” que se dedica nada más y
nada menos a evaluar si una película es o no sexista en base a los siguientes
parámetros:
+ Debe haber al menos dos personajes femeninos.
+ Esos personajes femeninos deben hablar entre ellos.
+ La conversación en cuestión no debe tener a un hombre como
tema central.
El artículo del que lo leí dedica un amplio espacio a hablar
de mujeres en el mundo del cine - es decir papeles principales y
reconocimientos -, dando a entender lo que es evidente: la omnipresencia de los
hombres en él y al parecer el mal e infravalorado lugar que ocupan ellas.
También se ha elaborado una lista nada desdeñable de películas famosas, de
culto y largamente alabadas por la crítica que sin embargo no cumplen estos
tres requisitos que recordemos, son totalmente subjetivos, y que por tanto
convierten a la película en sexista. Ante todo hay que hacerse una pregunta: ¿qué
pasa si por casualidad al guionista le hubiera dado por meter una conversación así de 20
segundos? ¡Pumba! ¿Ya no es una película sexista a pesar de que el 99,9 por ciento del resto sea igual?
Voy a hablar muy sinceramente, cuando leí esto la primera
vez me pareció que era la chorrada del año solo comparable a los dimes y
diretes del gobierno, opinión que compartieron los colegas que suelen ser compañeros
peliculeros. Cuán de grande fue mi sorpresa cuando me encontré que
paulatinamente se recurría al test cada vez que aparecía el último taquillazo
hollywoodiense salpicando de paso a cuantas le acompañaran en el ranking de más
taquilleras, y al parecer en su Suecia natal ya se adjunta su evaluación a los
medios. El test había cumplido su objetivo, conseguir que alguien normal y
corriente como yo, no pudiera evitar ya pensar en él aunque solo fuera un
poquito cada vez que está viendo una película tan tranquilo. Eliminar todo esto
de la memoria me va a costar cierto trabajo.
(ni la fuerza nos salva del test de Bechdel, Luke)
Me pregunto cuántos cientos y cientos de películas y cuentos
infantiles - solo por poner dos ejemplos - se habrán despertado con la etiqueta
de “sexista” que no tuvieron hasta ayer mismo y que de pronto, así de repente, a
saber hasta cuando la seguirán teniendo injustamente. Es algo en realidad
típico de los cambios sociales, transformar a su gusto la visión e interpretación de algo
concreto porque ahora se lleva otra cosa y considerar un dinosaurio inadaptado
y disidente a todo aquel que no piense lo mismo que la nueva masa.
“La isla del tesoro”, “Moby Dick”, “1984”, “Robinson
Crusoe”, “Canción de Navidad” y un
sinfín de novelas más que se han leído y degustado durante décadas y décadas
ahora resulta que sus adaptaciones a la gran pantalla son sexistas por culpa de
un ridículo y subjetivo baremo de requisitos que se ha hecho famoso. Vivimos en
la era de internet, esto es pan de cada día.
El artículo en cuestión también echa más leña al fuego aprovechando para que una ex
guionista comentara que al parecer la única razón de incluir a personajes
femeninos es aportar más información sobre los masculinos.
Yo me pongo en la tesitura de un guionista, los inventores
de historias para el cine, si te inventas una historia que tiene a un
protagonista y un hilo conductor, claro que puede haber pequeñas subtramas,
pero todo lo que se desvíe del conflicto principal del guión se considera un
error tanto por la crítica como por el público.
En muchas ocasiones, como los espectadores que somos, olvidamos
valorar todo el trabajo descomunal y humano que exige una película, y no me
parece nada justo que un escritor de cuentos o cineasta en este caso se sienta
coaccionado y ya no pueda ser sí mismo, y cuando su película vea la luz tendrá
que vencer un miedo escénico adicional pensando en si va a pasar o no un test
que ayer no conocía, además de que alguien le pueda andar diciendo que es
sexista.
Si las películas de esa lista son consideradas sexistas por
el público femenino habría que preguntarse con qué se sienten más cómodas. ¿Prefieren
quizás Juego de tronos? Las mujeres son tratadas como puros objetos, apaleadas,
violadas, nunca llevan la iniciativa en nada y no tienen el más mínimo peso en
las decisiones que toman los hombres. Pero oye, según los tres requisitos ¡no
es sexista!
(La victoria es mía!)
En fin, que si la gente se ha llegado a tomar en serio este test cabe preguntarse cuánto tiempo pasará hasta que a algún iluminado le dé por inventarse otro para ver si una película, no se, denigra o no a los niños, o si deja en mal lugar a las minorías étnicas, a padres o a la tercera edad. Tiempo al tiempo.